Sunday, August 20, 2006

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Por Víctor Manuel Barceló R.
La espera de resultados en el recuento parcial y la atención integral del conteo, voto por voto, reclamo nacional para otorgar credibilidad a la elección de presidente de la república, en México, es propicia para situar uno de los elementos de controversia: el izquierdismo de la Coalición por el bien todos. ¿Podría inscribirse, dentro de una de las tendencias visibles en Latinoamérica?. Intentemos un rápido análisis de tal posibilidad. Los movimientos de cambio en Nuestro Continente, tienen un referente: la lucha contra imperios o sus corifeos nacionales. Durante el siglo XIX, las luchas de independencia y las de reforma –con énfasis la Reforma Juarista- fueron frente a ejércitos e intereses de españoles, franceses, holandeses, ingleses y sus herederos, los estadounidenses.
Tras la conformación de nuevas naciones –algunas multipartidas por el juego de esos poderes extraterritoriales- los movimientos, que se sienten seguidores de antiguas luchas contra el colonialismo, realizan sendas revoluciones sociales: la Mexicana a principios del siglo XX; la Boliviana de mediados de siglo, la Cubana en los sesenta y la Nicaragüense. Cada una adquiere características propias y evoluciona diferente. Al desaparecer la Guerra Fría, sin socialismo real, partidos y movimientos nacionales, acentúan sus preocupaciones sociales, sobre todo frente a la pobreza regional y propenden a fortalecer la democracia. En tanto, Cuba mantiene su lucha por un desarrollo sui géneris, a contrapelo del imperio -que mantiene un cruel bloqueo económico y amago militar- la pequeña isla logra un nivel supremo de educación, resuelve la atención elemental de salud para su población y abre puertas a la globalización, con el desarrollo turístico.
Pero no puede, aún, trascender a nuevos estadios de desarrollo. En ruta de confrontación, Venezuela entra al escenario, con afanes de sustituir a la Cuba beligerante –que ya no lo es, sin perder su posición contestataria-. Finalmente, en una Bolivia, con el peso de su revolución y el abandono a sus pueblos indios, surge un movimiento que confronta intereses locales e imperiales, y en elecciones, logra el triunfo del segundo nativo en el poder –el primero fue Benito Juárez-. Al lado de ese grupo, al que se mide por su actitud frente a la hegemonía imperial, hay otro, más numeroso y coincidente, que no reniega de aquel pero usa más la diplomacia, está vinculado a grupos regionales del Cono Sur y busca acuerdos extra regionales, que fortalezcan su decisión de detener –por las buenas- el avance de la presión estadounidense por crear una organización regional –el ALCA- bajo su control y determinaciones.
En esta tendencia, que lucha democráticamente por su presencia en el escenario geopolítico, se anotan: partidos y movimientos en el poder de: Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Panamá, Guyana. Posiblemente los movimientos de Liberación Nacional de Nicaragua y El Salvador se reencuentren con el poder, para sumar ocho naciones. Juntos buscan caminos al crecimiento regional con desarrollo social. Es tendencia propulsada por los pueblos, ante el fracaso neoliberal, que sumió en la pobreza a grandes núcleos de población. Las experiencias de las naciones –incluida la nuestra- son desastrosas. La pérdida de credibilidad en movimientos fuertes, que se plegaron al imperio en sus pretensiones -incluso vergonzantemente- hizo reaccionar a grupos crecientes de ciudadanos, que llevaron al poder a esa nueva izquierda, curada del marxismo a la soviética, plegada más a construcciones teóricas regionales -como el estructuralismo- que impulsan la lucha contra la pobreza, por medio de la educación y el empleo, sin ceder el control de las riquezas patrias a intereses transnacionales.
Tienden a la recuperación de controles en la economía, por el estado; a la determinación de políticas de crecimiento, con recursos internos y externos, sin alterar la rectoría del estado sobre las actividades económicas. Son una nueva luz, en el túnel de la pobreza, que atrae a millones a sus filas. Sus partidos, antes atados a la línea soviética -y por lo mismo combatidos encarnizadamente por “servir al enemigo”- están descargados de ese fardo estructural. Pueden y son “respetados” por el imperio. Su principal contrincante es la extrema derecha, aleccionada desde fuera.
Contra ella es su lucha. Empero, por sobre todo, respetan a las instituciones nacionales, en tanto estas respondan a líneas de acción transparentes, democráticas, con amplia participación social. ¿A cual, de las dos tendencias anotadas, se plegaría la Coalición de llegar al poder?. ¿Perderá México otros seis años, “colgado del rabo” del imperio?. ¿Se podrá conformar un movimiento social, capaz de defender los grandes intereses de los mexicanos, sea cual fuere la resolución del TRIFE?. No estamos lejos de recibir respuestas, en la práctica social.
Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com


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